Matilde Montoya Lafragua no sólo fue la primera médica mexicana, sino también la primera mujer en ingresar a la educación superior, rompiendo los cánones establecidos, destacó la Rectora Lilia Cedillo, durante la presentación del libro sobre la vida de la doctora Montoya, por Carlos Pascual.
“No hay mejor manera de conmemorar el 8 marzo que a través de historias que nos inspiran, para valorar lo que han hecho mujeres que nos antecedieron y hacernos ver lo que tenemos que hacer en el futuro. Es una mirada hacia atrás y hacia lo que viene”, expresó.
En la Unidad de Seminarios, en cuyo presídium estuvo acompañada de la directora de la Facultad de Enfermería, Érika Pérez Noriega, y de la periodista Pilar Bravo, la doctora Cedillo refirió la trascendencia de Matilde Montoya en todas las áreas del conocimiento: “Su ejemplo nos hace ver que en la vida tendremos muchos obstáculos y si ella pudo, todas y todos podemos”.
El autor Carlos Pascual Quiroz -Premio Grijalbo de Novela 2010- consideró que la historia no puede ser contada sin las mujeres, cuyo esfuerzo y luchas están presentes; por ejemplo, en la Revolución Mexicana con figuras como las Adelitas. Por ello, exhortó a revalorar su papel en la historia y la ciencia. “Nunca más la historia sin las mujeres, quienes la hicieron humana, divertida y trágica, desde el campo de batalla o resguardadas en sus casas”.
Entre estas mujeres destacadas se encuentra Matilde Montoya, una figura extraordinaria, admirable, ejemplo de perseverancia. Pascual Quiroz, Premio Nacional de Periodismo 2001, relató la infancia de la protagonista, sus antecedentes, su lucha contra un sistema social, así como sus triunfos: graduarse a la edad de 30 años -en 1887- como la primera médica mexicana, quien además cursó estudios previos de normalista, enfermera y obstetra.
En esta novela histórica se entrelazan sucesos que marcaron la vida de la protagonista y ubican al lector en otras partes del mundo, en el área de la ciencia, con los aportes de Carlos Darwin y Louis Pasteur, por ejemplo. También cobra relevancia su madre, Soledad Lafragua, quien era poblana, cuyo apoyo e influencia fueron determinantes en el destino de Matilde Montoya, una mujer que abrió las puertas de la educación superior a la población femenina y a la lucha por sus derechos.
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