Entre las leyendas mayas algunas explican la causa de los eclipses, destaca que en una de ellas es que el dios Jaguar devoraba al astro rey. El fenómeno presagiaba lo catastrófico.
Para los antiguos mayas y sus descendientes, un eclipse presagiaba muertes, desastres, sequías y hasta el fin de la humanidad es lo que representaba para las antiguas culturas la desaparición del Sol, en eventos naturales como el eclipse anular que hoy se podrá apreciar en la península de Yucatán y otros sitios del mundo.
Para los antiguos mayas, los grandes observadores del cielo de la era prehispánica, los movimientos del Sol y los astros eran una parte esencial de la vida. Múltiples leyendas mayas explican la causa de los eclipses solares: una de ellas es que el dios Jaguar (Balam) devoraba al astro rey.
Eclipse en maya se dice chi’bil k’in y significa que el Sol o la Luna están siendo comidos, porque al momento del eclipse aparecen las sombras que parecen mordidas y se piensa que el animal que se está comiendo el sol o a la luna es el jaguar”, explica el arqueólogo investigador independiente Florentino García Cruz.
Los eclipses en el pueblo maya significaban lo catastrófico, o sea los malos augurios, ya sean guerras, hambres, sequías, y aún hoy se piensa que afecta a las mujeres embarazadas, porque el niño puede salir con daños corporales. Se le llama chi’ibal k’in (mordedura del Sol) y cuando era el eclipse de luna se le llama chi’ibal uj (mordedura de luna)”, apunta.
En las pequeñas comunidades mayas continúan algunas de las tradiciones para evitar que el Sol o la Luna mueran durante un eclipse.
Aún existen costumbres como que, cuando está el eclipse, la gente empieza a hacer ruidos, tocar latas, ollas, sartenes, o empiezan a tirar balazos para evitar que el jaguar se coma al Sol o a la Luna, y esta creencia es heredada de los antepasados, porque precisamente el Sol representa a Kinich Ahau y la Luna a la diosa Ixchel, entonces hay esa creencia de que hay que defender a los dioses”, asevera el especialista.
Otra tradición es proteger a las embarazadas, ya que existe la creencia de que, al momento del eclipse, los utensilios de cocina, como los comales, cobran vida y pueden agredir a los dueños por lo que las mujeres del hogar se sientan en la cocina, amarrando todo para evitar los ataques.
Así lo relata Cessia Esther Chuc Uc, doctora en estudios mesoamericanos, presidenta de la asociación civil Ch’ilibitos, la cual se dedica al rescate de las tradiciones y costumbres mayas.
Detalla que una de las ideas generalizadas era que los fenómenos que implican movimientos lunares alteran los líquidos, como sucede con las mareas, por lo que también pueden afectar el líquido amniótico en las embarazadas.
Eso hizo pensar, en nuestras familias mayas, que no vayan a tocar la parte del abdomen donde está el bebé, porque puede salir con una mancha en su cuerpecito y por eso las abuelas decían ‘ponte un cinto rojo o una ropa interior roja y bebe el agua que sale de achiote’… ese líquido rojo es una forma de repeler esa energía que pueden causar estos fenómenos”, concluye.
Rituales para evitar tragedias
Desde la época prehispánica, los mayas consideraban a los eclipses como fenómenos astronómicos importantes, hasta hoy, tienen un impacto directo en su sociedad.
Por eso, los antiguos mayas dedicaron mucho tiempo a la observación del cielo, para predecir su llegada y estar preparados, señaló Mario Chan Collí, cronista de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, y responsable del Centro Holístico Maya.
Los eclipses representaban malos augurios para el pueblo maya y por ello existe una compleja ritualidad para prevenir sus afectaciones.
Durante la Guerra de Castas en la Península de Yucatán (1847-1901) y época posterior, cuando los mayas sabían que estaba próximo un eclipse, los abuelos se aislaban en los centros ceremoniales, donde realizaban rituales para pedir que el “monstruo” no devorara al sol.
Entre éstos estaban realizar disparos al aire y tocar tambores, pero los habitantes de las comunidades ayudaban, al salir a las calles haciendo ruido con cacerolas y cucharas.
Durante un eclipse, no dejaban que sus niños salieran de casa, porque corrían riesgo de ser engullidos, mientras que al interior de las viviendas debían colocar de cabeza los utensilios de cocina y quitar las hamacas, “porque se pueden convertir en un ser devorador”, cuenta Mario Chan.
También predecían si el acontecimiento era grave o no al desprender una hoja de chaya y observar si, en lugar de resina blanca, salía sangre.
Mario Chan menciona que, hoy en día, los mayas todavía acostumbran hacer esos rituales, aunque con menos recurrencia.
Por Fátima Vázquez.
Como guía para crear calendarios
Los eclipses, junto con otros fenómenos astronómicos como los equinoccios, los solsticios, el movimiento de Venus y del propio Sol, eran la base de la cosmogonía maya y la forma en que éstos llevaban la cuenta de lo que ocurría.
El estudio en el movimiento de los astros era muy importante para la civilización maya y, desde el punto científico, para ellos servía como dato importante en la elaboración de los calendarios, el desarrollo de la agricultura”, cuenta Freddy Poot, investigador de la cultura maya.
Con la invasión europea, se acabó con esas expresiones; en comunidades mayas también veían el eclipse de Luna, la gente se congregaba, tocaban ollas y latas. La idea era espantar a los que se estaban comiendo a la Luna”, narra.
Actualmente, en algunas comunidades creen que el bebé nacerá con un enorme lunar conocido como “Chibaluna”; se cree que si es eclipse es solar, la marca sería roja, y si el eclipse es de Luna, será negro.
Por Flor Castillo.
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