Daniel Colombo / culturizando.com
Cada vez se da con más frecuencia, y las estadísticas en diferentes países son abrumadoras: el síndrome del Burnout, a veces confundido con estrés laboral, ha sido definido por los especialistas como el nuevo mal del siglo. En general se coincide en que la definición abarca especialmente al estrés por desgaste sostenido por más de un año sin interrupciones.
En un informe del 2023 de la consultora Mercer, en Argentina el 70% de los trabajadores ha experimentado burnout en algún momento de su vida laboral; 50% siente que su trabajo es estresante la mayoría de los días; y el burnout es la segunda causa de ausentismo laboral del país.
A su vez, este síndrome es más común en mujeres, y en la fuerza laboral jóvenes, de entre 25 y 35 años. Los sectores más afectados: salud, educación y servicios de todo tipo.
Frente a este panorama, ¿qué se puede hacer? Lo primero es distinguir qué es el estrés, y qué el Burnout.
Estrés: es una respuesta natural del cuerpo a las situaciones desafiantes. Puede ser causado por una variedad de factores, como el trabajo, la escuela, las relaciones personales o los problemas financieros. Puede causar una variedad de síntomas físicos y emocionales, como fatiga, ansiedad, irritabilidad y dificultad para concentrarse.
Burnout: es un trastorno de salud mental que se caracteriza por agotamiento emocional, despersonalización y disminución del rendimiento laboral en períodos prolongados de un año o más. Se incuba gradualmente a lo largo del tiempo como resultado de un estrés laboral crónico.
Pero, en sí, ¿qué significa “Burnout”? La traducción es “quemado”, y puede asociarse con populares expresiones como “fundido”, “agotado”, “no doy más”, “tirar la toalla”, y hasta el infantil “no juego más”.
Si bien es natural sentir estrés en ciertos momentos, no puede ser una constante. Si permanece en el tiempo, derivará en sentirse quemado y no dar más cuando se han traspasado muchos de los límites gestionables por una persona.
Lo más peligroso es que se va manifestando de forma progresiva porque funciona como una erosión o limado permanente por dentro, lentamente y sin pausa.
Señales para encender las alarmas
Los primeros signos suelen confundir tanto a quienes las padecen como a profesionales que califican simplemente de estrés. El tema es que el Burnout no se resuelve con vacaciones.
Los motivos pueden ser tensiones laborales, inestabilidad de la coyuntura, acumulación de tareas, irritabilidad, peleas, disociación con el rol social, sensación de falta de tiempo, baja motivación y entusiasmo, y un marcado agotamiento extremo generalizado, que se puede confundir con otra afección distinta: la fatiga crónica.
Este cocktail de emociones tiene, finalmente, una repercusión clara en los signos de depresión en diversos estadíos. Por ejemplo, la distimia, un tipo de depresión de ejecutivos, emprendedores y líderes, donde se puede seguir operativos, aunque sometidos a un profundo costo emocional y físico, haciendo un esfuerzo sobrehumano para querer cumplir. El “no puedo parar” es otro síntoma de que hay algo para ser abordado.
5 ideas desde el coaching para darse cuenta a tiempo
Para este darse cuenta y prevenir, es necesario detectar cuándo se ha traspasado el límite de lo humanamente posible. Esta medida es sumamente individual, puesto que cada uno sabe si cuenta con herramientas de afrontamiento.
Un aspecto que tenemos en cuenta los coaches profesionales certificados, sin caer en roles propios de la salud mental, es detectar los puntos críticos de quien consulta. Aquí van cinco ideas para estar atentos:
Verificar la capacidad de asertividad y adaptabilidad
Por ejemplo, observar la estabilidad emocional de la persona, es decir, el balance de dificultades y la irritabilidad que manifiesta, y los aspectos que no puede gestionar adecuadamente. Si la persona no se da cuenta de sus límites, ahí hay una bandera roja de alerta.
Estudiar el impacto individual de la sociedad actual
Actualmente hay una cultura laboral dominada por la exigencia por lograr el máximo resultado, siempre.
En la encuesta mencionada un 30% de trabajadores argentinos afirmaron haber pensado en dejar el trabajo. En este punto, entra en juego el principio de realidad de si se puede o no hacerlo; y la mayoría de las veces se decide en base a los escenarios que conlleva el cambio o pérdida del trabajo, el deterioro del poder adquisitivo o la falta de oportunidades laborales. Esto tiene un nombre: exclusión.
Como es complejo abordar y resolver todos los temas a la vez, siempre es necesario despejar el campo minado, como le llamo: se trata de extraer lo esencial que afecta a la persona. De esa forma, se podrá establecer un plan de acción coherente con lo que la persona está viviendo, y acompañarla en el proceso para superarlo.
Dejar de vivir hiper conectados
La tecnología, especialmente los celulares y las redes sociales, hacen mella en la mentalidad de personas que, piensan, no tienen la alternativa o no ven viable ponerse en off, ni siquiera en sus fines de semana.
La recomendación es diseñar un modelo de productividad que contemple todo lo que se pueda de desconexión. Desde utilizar calendario, agenda y aplicaciones sin presionar a la persona por una adopción acelerada -aspecto que estresa a mucha gente, porque no todos son nativos digitales-, hasta apagar el celular, televisor, computadora y demás pantallas desde una hora antes de dormir.
También es necesario acompañar estos ajustes de comportamiento con una dieta equilibrada, espacios de ocio y relajación, y ejercicio físico acorde con cada uno.
Aprender a poner límites
Para la mayoría de las personas el acto humano de decir un “no” oportuno es una odisea, porque en mente empiezan a jugarse las situaciones de fantasía y miedos catastróficos.
La herramienta para aprender a poner límites es mejorar la comunicación interpersonal, haciéndola asertiva, que es saber la forma de poner el tono y mensaje apropiado en cada momento.
También se complementa con desarrollar una mayor empatía para conectar mejor con las personas; y desarrollar un espíritu de límite interno de los no negociables personales y profesionales.
Algunas ideas para las empresas
Como hemos revisado más arriba, el impacto del síndrome de Burnout es determinante del bienestar organizacional y del clima laboral. Aquí van seis aspectos corporativos que pueden ayudar a prevenirlo:
Claridad total en roles y expectativas de lo que se espera de cada integrante;
Entrenar en comunicación efectiva, liderazgo y habilidades blandas en general;
Diseñar cualquier reestructuración con consciencia del impacto grupal;
Revisar permanentemente la distribución de tareas y sobrecarga, que suele afectar a quienes son de alto rendimiento.
Contar y comunicar adecuadamente políticas claras en cuanto a horarios de almuerzo, horarios laborales, recreación, espacio físico laboral, etc.
Incentivar el salario emocional, que incluye todo lo no remunerativo en dinero.
Y uno más: desarrolla la habilidad de la conversación en todos los ámbitos donde interactuamos.
Escuchar no para reaccionar, sino para entender. Hablar para intercambiar visiones lo más optimistas/realistas posibles. Y conectar en niveles más profundos con los demás, dejando de lado el vértigo, para amigarse con la pausa, la mirada y la sensibilidad que tenemos todos los seres humanos.
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