La institución exigió acciones efectivas en pro de los defensores, tras una semana del homicidio del padre Marcelo Pérez, en Chiapas
La Iglesia católica exigió acciones efectivas para proteger la vida de aquellos que luchan por la paz y la justicia en México, a una semana de la muerte del padre Marcelo Pérez, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
La Arquidiócesis Primada de México también reprochó que las denuncias hechas por el sacerdote, de origen tsotsil, sobre la violencia en la zona donde predicaba “no fueron escuchadas ni atendidas con determinación por las autoridades”.
“La violencia ya no se aguanta’, fueron algunas de las últimas y valientes denuncias del sacerdote Marcelo Pérez, que pudieron no haber sido necesarias si, más allá de las medidas cautelares que tenía, las autoridades lo hubieran escuchado y actuado con determinación. Nos unimos a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en la exigencia para que se tomen medidas efectivas para proteger a quienes arriesgan sus vidas por la paz y la justicia”, indicó el editorial del semanario católico Desde la Fe.
Horas después de que el padre Marcelo fuera asesinado, el pasado 20 de octubre, la CEM demandó seguridad para los defensores de los derechos humanos y líderes religiosos, exigencia a la que se sumó la Arquidiócesis.
Exige la Iglesia acción efectiva contra crimen
A una semana del asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, la Iglesia católica demandó por segunda ocasión acciones efectivas para cuidar la vida de quienes luchan por la paz y la justicia en México.
La demanda de seguridad para los defensores de los derechos humanos y líderes religiosos respaldó la exigencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitida horas después de que el padre Marcelo fue asesinado y la cual hasta ahora, no ha tenido una respuesta oficial por algún orden de gobierno.
El clero católico también reprochó que las denuncias públicas del sacerdote de origen indígena en cuanto a la elevada inseguridad en la zona donde predicaba “no fueron escuchadas ni atendidas con determinación por las autoridades”, con todo y que el sacerdote contaba con medidas cautelares.
La violencia ya no se aguanta”, fueron algunas de las últimas y valientes denuncias del sacerdote Marcelo Pérez, que pudieron no haber sido necesarias, si, más allá de las medidas cautelares que tenía, las autoridades lo hubieran escuchado y actuado con determinación. Nos unimos a la Conferencia del Episcopado Mexicano en la exigencia para que se tomen medidas efectivas para proteger a quienes arriesgan sus vidas por la paz y la justicia”, evidenció ayer domingo el editorial del semanario católico Desde la Fe.
Tras describir las condiciones en las que se cometió el homicidio en contra del sacerdote, la Iglesia católica hizo notar que, después de dos mil años, aun en estos días, la lucha por la paz y la justicia es un propósito que incomoda a muchos cuando se va en busca de la verdad.
Nos unimos a la Conferencia del Episcopado Mexicano en la exigencia para que se tomen medidas efectivas para proteger a quienes arriesgan sus vidas por la paz y la justicia. La historia se repite: en el caso de Jesús, en los mártires que la Iglesia recuerda, y hoy en el testimonio del padre Marcelo. Su muerte, como la de tantos otros, es un doloroso recordatorio de que el Evangelio, cuando se vive en su totalidad, sigue incomodando a quienes rechazan la paz y la verdad. No queremos ni una muerte más a causa de la violencia. Queremos una lucha conjunta por la paz y la justicia”, planteó la jerarquía católica ayer desde el semanario Desde la Fe de la Arquidiócesis Primada de México.
Desde la perspectiva eclesiástica, “la comunidad cristiana enfrenta actos de violencia sólo por manifestar su fe, y son vistos como incómodos por su lucha en pro de un mundo mejor.
¿Cuántos más como el padre Marcelo tendrán que sacrificar su vida por buscar la verdad, la justicia y predicar el Evangelio?, ¿cuántas madres buscadoras, cuántos defensores de migrantes, cuántos luchadores sociales más? ¿Cuántos más? Si cada vez que un sacerdote se alza por la verdad, arriesga su vida, y más si lo hace en una comunidad vulnerada por el crimen organizado. ¿Cuántos sacerdotes y ciudadanos más deben ser asesinados para que se escuche su grito exigiendo justicia y paz? Hace más de dos años murieron los jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos, cuya ausencia aún nos duele”, dijo.
En un entorno donde la vida del pueblo y la dignidad humana son constantemente amenazadas, ¿cuántos más deben caer antes de que los gobiernos y la sociedad reaccionen?”, cuestionó.
Comments