Mucho se escucha hablar de este movimiento político que surgió en el período entre guerras y que se basa en la exaltación de la nación mediante comportamientos excluyentes; pero ¿sabes realmente qué es? ¿Cómo surgió? Te contamos todo lo que tienes que saber para entender qué es el fascismo.
Benito Mussolini, el padre del fascismo
Benito Amilcare Andrea Mussolini, Duce de la República Social Italiana, fue para muchos el hombre más peligroso de Europa y, sin duda alguna, uno de los políticos más importantes de la historia del siglo pasado.
Nacido en Dovia di Predappio, hijo de una familia humilde, Mussolini cursó estudios de magisterio, y luego fue profesor durante períodos nunca demasiado largos.
En su primera afiliación política, mientras aún era muy joven, Mussolini se acercó al Partido Socialista Italiano atraído por su ala más radical y seducido por la vertiente revolucionaria; sin embargo, actividades relacionadas al socialismo y manifestaciones de su ideología lo llevaron a visitar la cárcel en varias ocasiones.
Por estas conductas radicales y su postura nacionalista irredentista -que era contraria a los principios socialistas-, finalmente fue expulsado del partido.
Es así como el 23 de marzo de 1919, tras participar como soldado en la Primera Guerra Mundial, creó los grupos armados de agitación llamados Fasci Italiani di Combattimento (Fasces Italianos de Combate), una organización política que fue el núcleo del futuro Partido Nacional Fascista, nacido dos años más tarde.
El objetivo de Mussolini con esta organización era crear, bajo una óptica antiparlamentarista, un movimiento que perpetuaría la inspiración revolucionaria de la guerra, fiel al intervencionismo.
El término «fascio» evocaba a la vez la nostalgia de la guerra y las aspiraciones revolucionarias de los fascistas sicilianos de 1893-1894 y en aquel entonces pertenecía todavía al vocabulario de la extrema izquierda…
El 9 de noviembre de 1921 por iniciativa de Mussolini de convertir en partido a los Fasci italiani di combattimento, nace el Partido Nacional Fascista (PNF) en Roma, con el cual alcanzó una gran popularidad mediante la exaltación del panitalianismo, el expansionismo y el anticomunismo, sirviéndose de su influencia militar apoyada por la eficiente propaganda fascista y las concentraciones de masas cargadas de simbolismo.
El PNF tenía sus raíces en el nacionalismo italiano y en el deseo de restaurar y ampliar los territorios del país, los cuales los fascistas consideraban necesarios para que una nación pudiera afirmar su fuerza y su superioridad, evitando así caer en la decadencia…
Así pues, el fascismo nació de la mano de Benito Mussolini tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, siendo un movimiento político y social de carácter totalitario y nacionalista…
¿Qué es exactamente el «fascismo»?
Significado de fascismo
El término «fascismo», procede del italiano «fascio», y este a su vez del latín «fasces» cuya traducción al castellano es ‘haz’. Los fasces eran el signo de autoridad de los cónsules de la República romana y se mantuvo durante el imperio como símbolo de las 30 curias fundadoras de la Antigua Roma.
En los años que siguieron a la unificación italiana empezó a difundirse en el movimiento sindical la palabra ‘fascio’ como sinónimo de liga o agrupación.
Esta ideología se basa en un Estado todopoderoso que dice encarnar el espíritu del pueblo. La población no debe, por lo tanto, buscar nada fuera del Estado, que está en manos de un partido único…
“El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”.-
Benito Mussolini
Sin embargo, el Estado fascista ejerce su autoridad a través de controles, la represión -alcanzando niveles de violencia- y una fuerte propaganda nacionalista, incluyendo la manipulación de la verdad, la historia y el sistema educativo.
Esta ideología aterroriza a la baja clase media y la marginalidad con el pavor a la crisis económica mientras que a la izquierda y la proletarización las enrola como paramilitares para reducir por la fuerza bruta a socialistas, sindicalistas, obreros y movimientos sociales.
Ingrediente elitista, racial, misógino y anticultural
Es de suma importancia resaltar que, aunque uno de los principios del fascismo es que busca encarnar el espíritu del pueblo, es una ideología totalmente elitista cuyos dirigentes instauran sistemas jerárquicos y autoritarios para reprimir al pueblo.
Charles S. Maier, historiador y profesor de la Universidad de Harvard, explica en su libro Recasting bourgeois Europe: stabilization in France, Germany, and Italy in the decade after World War I, que hacia 1927 el 75% de los miembros del partido fascista italiano venía de la clase media mientras que solo el 15% era obrero y, además, un 10% procedía de las élites. Este 10%, además, ocupaba las altas posiciones, fijando los objetivos y políticas del movimiento.
Tampoco podemos dejar de lado el tinte racista del fascismo, un detalle adoptado por los gobiernos adeptos a esta ideología:
Mussolini arrasó con libios y abisinios, y planeó el sacrificio de medio millón de eslavos “bárbaros e inferiores” a favor de 50.000 italianos superiores.
Hitler postuló “la superioridad de la raza aria”, cuya máxima expresión fue la persecución de los judíos, resultando en 6 millones de muertos, y de los gitanos con 500.000 fallecidos.
El fascismo sacrifica para sus propios fines a los pueblos o culturas que desprecia…
Por otro lado, el fascismo promovía el “ideal” de que la misión de las mujeres se resume únicamente a ‘Las tres K’: Kinder, Küche, Kirche; en español, niños, cocina e iglesia.
Esta fue la visión pragmática para el control de las mujeres durante el poder nazi-fascista donde nunca figuró públicamente una compañera al lado de sus líderes: quienes las tuvieron, las escondieron o relegaron minuciosamente.
Nunca aceptaron que una mujer ascendiera por propio mérito o iniciativa pues eran vistas como “herramientas” para la “permanencia de la raza”.
Para entender la ideología fascista en femenino es preciso citar el fantasma demográfico, en el cual el incremento de la población se asumía como base de la ética y la política pues el destino de las naciones se vinculaba al poder de los números.
Por aquel entonces, Italia contaba con tan solo 40 millones de personas frente a 90 millones de alemanes y 200 millones de eslavos. Esto preocupaba de sobre manera a Mussolini ya que Italia debía asomarse al umbral de la segunda mitad de este siglo con una población no inferior a los 60 millones de habitantes…
Así, con las leyes demográficas, el destino de la mujer se redujo a los embarazos acelerados y los salarios femeninos fueron recortados en un 50% en las fábricas y en un 30% en las oficinas con respecto a los salarios masculinos para obligarlas a quedarse en casa y tener hijos.
Por otro lado, Hitler no se quedó atrás pues para él la mujer ideal debía ser “aria, rubia, de ojos azules, sin apenas maquillaje y con anchas caderas que prometiesen una larga descendencia”.
Además, no debía fumar para no perjudicar a sus hijos, pues ante todo su deber era el de ser madre.
En ese contexto, Hitler oficializó el Día de la Maternidad y comenzó a premiar monetariamente a las familias numerosas ya que, en palabras del Fürher, permitían “la permanencia de nuestra raza”.
Además, el fascismo no inventa, recicla…
Una de las características más resaltantes del fascismo, es que esta ideología le rinde culto a la tradición y rechaza totalmente al modernismo.
La relatividad, el expresionismo, el dadaísmo, el surrealismo, el constructivismo, el cubismo, el existencialismo, la nueva figuración… a todas las trató como “arte degenerado” pues el fascismo solo cree y confía en el ayer que, por supuesto, es totalmente imaginario.
El líder fascista
La historia ha demostrado claramente que los gobiernos fascistas siempre han tenido una muy clara figura de un jefe o caudillo, un líder absoluto –el Duce, el Führer–, pues el auténtico es totalitario y contrario a la democracia.
El líder fascista es un caudillo que aparece por encima de los hombres comunes pues se trata de liderazgos mesiánicos y autoritarios, con un poder que se ejerce de manera unilateral y sin ningún tipo de consulta pues en el fascismo no existe espacio alguno para el disenso.
El funcionamiento social se sustenta en una rígida disciplina y un apego total a las cadenas de mando. Además, la insubordinación era castigada con dureza.
Sin embargo, los líderes fascistas tienen (al menos en un principio) un carisma y un encanto que les permite ir construyendo toda una estructura jerárquica en la que él ocupa la posición central, erigiéndose en la única voz autorizada -mediante el culto a la personalidad-, que trasciende y llega a toda la población.
¿El fascismo es, entonces, de izquierda o de derecha?
Ubicar al ‘fascismo’ como un movimiento de derecha o extrema derecha, solo contribuye más a la confusión pues esta ideología se nutre de todo el espectro político a su estilo y se erige como un conglomerado donde la contradicción es su principal atractivo.
El ‘fascismo’ parece no ser ni de derecha ni de izquierda, sino todo lo contrario y es común en él apreciar rasgos como el culto a un caudillo, o la obsesión del Estado por permear y controlar el aparato de nación, valiéndose de recursos generalmente demagógicos a través de líderes carismáticos y un fuerte dominio de las herramientas de los medios de comunicación para promover su ideología y los logros del Estado con propaganda a mansalva.
El fascismo es reaccionario, revolucionario o contrarevolucionario con un elemento militar fuertemente presente, siempre señalando al «enemigo» como la causa de los problemas económicos y sociales, jamás asumiendo las consecuencias de sus actos…
Articulo recuperado de culturizando.com
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