Todos generamos gases, y lo cierto es que, nos guste o no, todos nos tiramos pedos. De hecho, la media diaria va entre 13 y 23 pedos. Aguantarse puede ser peor para la salud...
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Los gases intestinales son una parte normal y necesaria del proceso digestivo, pero en ocasiones pueden resultar incómodos o embarazosos. ¿Sabías que las personas suelen expulsar entre 13 y 23 pedos al día? ¿Conoces los mecanismos detrás de la formación de estos gases y sus posibles implicaciones para la salud? En este artículo, exploraremos a fondo el tema de los gases intestinales, desde su origen hasta las medidas a tomar en caso de problemas asociados y sobre todo la razón de porque no es bueno aguantarse los gases.
Según Elena Fernández Alcón, jefa del Servicio de Urgencias en HM Rivas, Madrid, “el tránsito intestinal normal incluye la expulsión de gases, generados por varios mecanismos”. El más común es la fermentación bacteriana que ocurre en el intestino, especialmente tras consumir ciertos alimentos. Pero no solo eso: al comer, también tragamos aire (a veces en grandes cantidades), los gases pueden pasar de la sangre al tubo digestivo y también se produce dióxido de carbono (CO2) en el duodeno debido a reacciones químicas.
Los gases, explica Jennifer Hinojosa, experta de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), son “una mezcla de compuestos gaseosos que se producen en el tracto gastrointestinal y se expulsan por el recto o la boca”. Esta mezcla está formada principalmente por dióxido de carbono, nitrógeno, oxígeno, hidrógeno y metano, con pequeñas cantidades de otros gases. Se producen por diversas causas, como ingerir alimentos, masticar chicle, tragar aire mientras comemos, o la fermentación de alimentos no digeridos en el intestino grueso.
Aunque tener gases es parte normal del proceso digestivo, puede resultar incómodo o embarazoso, y muchas personas optan por aguantarse. Pero, ¿es una buena idea? ¿Qué efectos puede tener en nuestra salud?
Problemas relacionados con los gases
En la mayoría de los casos, los gases no son un problema grave, pero pueden ser un síntoma de otros trastornos gastrointestinales, según Hinojosa. Algunos ejemplos incluyen:
Síndrome del Intestino Irritable (SII): condición crónica que provoca dolor, hinchazón y cambios en el hábito intestinal.
Malabsorción de lactosa, fructosa o sorbitol: cuando el intestino delgado no digiere bien estas sustancias, la microbiota las fermenta, generando gases como hidrógeno y metano.
Sobrecrecimiento bacteriano: un desequilibrio en la flora intestinal que aumenta la producción de gases.
Consecuencias de no expulsar los gases
Aguantarse los gases, ya sea evitando eructos o la expulsión rectal, puede traer problemas. Según Fernández Alcón, la principal queja es la distensión abdominal y la hinchazón. Además, puede ser indicativo de trastornos más complejos si viene acompañado de otros síntomas. Aguantar los gases puede aumentar la presión intestinal, lo que provoca dolor que incluso puede irradiarse al pecho. En casos extremos, puede generar diverticulitis, una inflamación de pequeños sacos en el intestino que, al infectarse, desencadenan complicaciones serias.
¿De qué depende el olor de los gases?
Una de las razones por las que solemos contenernos es el olor. Fernández Alcón explica que los gases están compuestos de nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono, hidrógeno y metano, y que el olor depende de los alimentos ingeridos, los gases producidos durante la digestión, la velocidad del tránsito intestinal y la cantidad de bacterias en el intestino. Dietas ricas en proteínas o vegetales como brócoli o col suelen generar olores más fuertes. Aunque el olor fuerte no suele ser preocupante, si el cambio en el olor es significativo, puede ser una señal para consultar con el médico y descartar problemas como intolerancias o malabsorciones.
Los gases intestinales son una parte natural del proceso digestivo, pero en ocasiones pueden causar molestias e incluso problemas de salud. Conocer los mecanismos de formación de los gases, sus posibles implicaciones y cómo manejarlos de manera adecuada, es clave para mantener una buena salud digestiva.
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